«Jugar san me sacó de la olla»

athalia Romero
nathalia.romero@listindiario.com
Santo Domingo

“Jugar san me sacó de la olla”, dice Clara Vásquez, atendiendo desde su puesto de yaniqueques, quien motivada por la falta de trabajo, se dedica a esta peculiar forma de ahorro colectivo desde hace 20 años.

Empezó con un san de mil pesos, con el que pudo salir de una deuda y de ahí en adelante siguió organizando otros sanes con hasta 10 personas y montos más elevados. Debido a esto se hizo muy conocida en su sector 24 de abril, donde todos la llaman “la reina del san”.

Ella, como muchos otros dominicanos de bajos recursos, recurren a jugar, participar o abrir un “san”. Gracias a esta modalidad de ahorro muchas personas han logrado reunir “los chelitos” para realizar compras importantes o invertir en proyectos para los cuales su ingreso regular no alcanza.

Y el caso de Clara no es la excepción. Gracias a ello ha sacado a adelante su familia, desde suplir las necesidades básicas de su casa, pagarles el colegio a sus hijos, hasta tener su propio negocio.

¿Cómo es la mecánica del San?
El san comienza con la organización de un grupo de personas que de buena voluntad se ponen de acuerdo para hacer un aporte de dinero, ya sea semanal, quincenal o diario. Cada uno aporta un monto igual, y después cada integrante va recibiendo una suma de todo ese dinero, recibiéndolo de la misma forma, dependiendo de cómo se organizó el san.

El san no solo se hace de dinero, también se hace en “especie”. “Si quieres adquirir algún bien material, como por ejemplo utensilios del hogar o electrodomésticos, puedes abrir un san”, explica Flavia Yanet Romero, mercadóloga de profesión, quien acostumbra a llevar “san”. “Entonces cada miembro da el dinero y al final cada quien recibe lo suyo”.

Para los que tienen poco don de ahorro, es de una importancia clave. “Uno asume un compromiso que tiene cumplir sí, o sí, además de que te ayuda a organizarte”, agrega Romero. Desde temprana edad, empezó a jugarlo y nunca ha tenido una mala experiencia. Desde su primer carro, hasta el último viaje que realizó al extranjero lo hizo a través de un san.

Pero no todo el mundo corre con la misma suerte. Mayra Domínguez, agente de servicio al cliente en un centro de llamadas, fue persuadida por una compañera de trabajo para que entre en un san. Pagaba todas sus quincenas la cuota de mil pesos.

“Aunque era entre compañeros de trabajo, entraron personas externas”, recuerda Domínguez. “Una de las integrantes tenía muchos problemas económicos y se entró en varios sanes más. La líder del san tenía que cubrirla para no quedar mal. A final se fue del San y se quedó debiéndole a casi todos”. A Mayra le quedó debiendo dos mil pesos. A una amiga, seis mil. Más los veinte mil pesos que cogió del san. “Pasé un año asediando a esa persona para que me pudiera pagar. Hasta se fue del trabajo, dejando a varias personas encharcadas y por eso, mi experiencia con el san fue mala”.

Nidia Almonte corrió con peor suerte. La organizadora del san partió con 170 mil pesos. Ella también terminó renunciando al trabajo. Finalmente, la estafadora fue sometida a la justicia y aún siguen haciendo citaciones a los tribunales porque todavía sigue debiendo 16 mil pesos.

“Esa persona fue inteligente y astuta”, dice Nidia. “Se inventaba números falsos y te decía que eras último. Entre sus estrategias estaba no poner dos personas conocidas dentro de la misma empresa. Buscaba entre 10 y 20 personas distintas dentro de la compañía y ahí ejecutaba”.

Modalidades de ahorro
En República Dominicana, hay otras barreras a la bancarización, como por ejemplo no tener documentos o acta de nacimiento. “Esto hasta hace poco era un problema masivo para la población dominicana y eso impedía el acceso a los bancos”, precisa Díaz, “y es así como surgen estas modalidades de ahorros. La gran desventaja es que el san está ligado a la confianza del que lo organiza”.

Si empleados de una empresa que ganan salarios muy bajos deciden hacer un ‘san’, y la empresa va a la quiebra, se cae como resultado, la fuente de ahorro.

Forma de ahorro, o juego para osados, es el único modo de ahorro para la gente desbancarizada, o un espacio para que los más hábiles se aprovechen de los que confían en ellos. El debate del san es tema abierto. Es momento de los bancos  crear un mecanismo más flexible con personas que tal vez, no tengan su documentación al día, pero sueñan con proporcionarse un futuro mejor.

El san no es un esquema exclusivo de República Dominicana
En países en vía de desarrollo, donde un alto porcentaje de la población no tiene acceso al sistema bancario o a instituciones financieras, las personas recurren a este tipo de ahorro.

En este sentido, los sistemas son similares. “Siempre acceden a ellos, un grupo de gente con necesidad, que no tiene acceso a un banco”, revela el economista Raymer Díaz. “Una de las razones por la cual, la gente no recurre a los bancos, es porque estas entidades exigen que sus clientes sean de confianza y requieren tener información sobre ese cliente”.